Alguns Esboços... [Assaigos sociologics de Julio Souto]

SOCIOLOGÍA URBANA

Dossier nº 1:

CHUECA, F. “Breve Historia del Urbanismo

MARTÍN, L. “La ciudad y el hombre

Julio Souto Salom jusousa@alumni.uv.es

I. RESUMEN TEXTOS

CHUECA, F. “Breve Historia del Urbanismo”:

El autor comienza planteando los problemas que supone una ciencia de la ciudad, puesto que esta podría ser analizada desde muchos puntos de vista científicos (geografía, historia, política, sociología, economía…). Ante este carácter multidisciplinar, el urbanismo encuentra problemas incluso para hallar una definición válida de su objeto, la ciudad. En una revisión histórica, es comparan y contrasta las definiciones clásicas, desde Aristóteles hasta Ortega y Gasset. De las discordancias entre los conceptos, obtenemos una triple clasificación que podría ser aplicable a la mayoría de ciudades: La civitas romana, o ciudad pública; el town anglosajón, o ciudad doméstica; y la medina islámico, o ciudad espiritual. De esta clasificación el autor deriva un género mixto que podría ser aplicable a las ciudades barrocas españolas: la ciudad convento.

Puesto que no obtiene una definición absoluta para la ciudad, el autor, recurriendo a Spengler, ubica el elemento diferencial de la ciudad en el ámbito simbólico: el “alma ciudadana”, un devenir-ciudad de determinadas aldeas que hace que se cobren cierto “espíritu urbano”. El problema entonces está en las “ciudades sin alma”, fruto de la liberalización y de la explotación comercial del territorio urbano. Ante esta ciudad anómica, la solución pasa por recuperar centros cívicos, el ágora de la ciudad clásica.

Finalmente, la ciudad occidental contemporánea aparece presentada como un conglomerado desintegrado de estos modelos, representante del individuo occidental contemporáneo.

MARTÍN, L. “La ciudad y el hombre”:

En un primer texto, titulado “de la magia a la utopía”, se nos presenta la evolución de las ciudades en relación a la evolución de la humanidad, en un flujo de relaciones recíprocas donde es difícil establecer causalidades. En un origen, la ciudad mágica supuso un salto cualitativo, ya que suponía romper la continuidad del caos de la naturaleza y establecer un pequeño espacio de cosmos, en comunión con los Dioses. Posteriormente, la ciudad se transformó en un organismo autónomo, regido por las leyes propias de la ciudad y un poder feudal ligado intrínsecamente a la urbe. La ciudad templo supuso el auge de las ciudades como espacio simbólico, donde la identidad urbana era superior a todas las demás, y permitía un elevado grado de tolerancia interétnica. Con la caída de las murallas, el estado-nación suplanta el espacio identitario de los ciudadanos, y ante la relativa pérdida de su función simbólica la ciudad queda exclusivamente constituida como espacio mercantil. La ciudad Thanática supone la exacerbación de esta insolidaridad, la ruptura definitiva de los vínculos urbanos. La posibilidad remota de una ciudad única alimenta la individualización. Finalmente se habla de una ciudad utópica, una reconducción de la ciudad hacia una nueva reconciliación entre la ciudad y el hombre.

En los usos de la ciudad, se nos explica como la ciudad y los deseos de sus habitantes pueden vivir en armonía o en conflicto. Se plantea la posibilidad de un uso literario de la ciudad, algo así como una semiótica urbana. Después, como usos colectivos de apropiación espacial y simbólica, se explican el paseo burgués y el nomadismo urbano de los jóvenes. En un epílogo y un último punto se vuelve a hablar de la posible reconciliación utópica.

En un texto complementario adicional se retoman estas ideas, centradas en las ciudades contemporáneas, presentándolas como el símbolo de una sociedad insolidaria. De los desajustes habitantes-espacios, surgen reacciones de apropiación, principalmente de los recién llegados, excluidos de la propiedad. En la revolución urbana se habla del cambio en las ciudades que será necesario para el cambio en la humanidad.

II ANÁLISIS

CHUECA, F. “Breve Historia del Urbanismo”:

Tipología básica, 3 modelos clásicos de ciudades y 1 híbrido:

Ciudad Pública: ciudad clásica, característica de las civilizaciones helena y romana. Orientada a una finalidad política, predominio contactos primarios, el elemento fundamental es el foro o ágora (plaza). Se trata de un espacio público delimitado por fachadas y calles en el que transcurre la vida urbana.

Ciudad Doméstica: modelo anglosajón, propia de climas nórdicos y civilizaciones agrarias, menos opuesta a la naturaleza que la ciudad pública. El elemento fundamental de la ciudad doméstica es la casa, donde transcurre la vida de forma interiorizada. Se conservan zonas naturales.

Ciudad Islámica: propia de la civilización islámica, con un fuerte sentido religioso, del recogimiento y la intimidad. Más interiorizada todavía que la ciudad doméstica. La casa se erige como templo privado, y en consecuencia las calles se forman de manera desordenada y residual, perdiendo el espacio público toda función que no sea el tránsito. Ante este hermetismo, cobra importancia el patio, como espacio abierto dentro de la privacidad.

Ciudad Convento: característica de la España Barroca, surge a modo de mestizaje entre la ciudad pública y la islámica. La privacidad es llevada al extremo, tomando el modelo del convento de clausura. Esta interiorización radical es subsanada de manera misógina con plazas reservadas a los varones (vida pública segmentada).

Ante esta disparidad de elementos constitutivos, Spengler sugiere el concepto del Geist (alma de la ciudad). Con esta idea se trata de resaltar la idea del conjunto encarnada en una identidad simbólica. En contraposición, tenemos las ciudades sin alma.

Ciudad Paleotécnica: Producto de las primeras revoluciones industriales. Ciudad dedicada únicamente a la producción industrial, regida por patrones económicos liberales. Está formada por la Factoría (lugar de producción industrial, normalmente en zonas de fácil acceso al transporte, como riveras) y el Slum (conjunto descohesionado de edificios regulares donde habitan almacenados los recursos humanos). El intento de solucionar la disgregación pasa por recuperar centros cívicos.

En conclusión:

La Ciudad Occidental Contemporánea: se presenta como un conglomerado desintegrado de todos los modelos anteriores, en sintonía con un individuo aislado e individualizado, y una sociedad fragmentada, desintegrada.

MARTÍN, L. “La ciudad y el hombre”:

Tipología de la ciudad, presentada a modo de orientación como sucesión cronológica:

Ciudad Mágica: en las civilizaciones clásicas, espacio cerrado de “cosmos” frente al “caos” de la naturaleza. Su carácter diferenciador, que supone un salto cualitativo en las formas de habitat humano, es su carácter separador de lo natural, un espacio cerrado. Supone una reconciliación con los dioses que les condenaron al caos mundano.

Ciudad Espacio jurídico: ciudades-estado y baja edad media, ciudad autárquica. En cierta forma, la ciudad, como elemento de protección se convierte en un elemento más del mecanismo de legitimación feudal. La ley y el poder están intrínsecamente ligados a la ciudad.

Ciudad Templo: siglos XIII y XIV, ciudad simbólica. Se establecen más que nunca vínculos internos, la vida depende exclusivamente de tus conciudadanos. Es el momento de máxima tolerancia en las ciudades, debido a estos vínculos que lograban que la identidad urbana se sobrepusiera a todas las demás.

Ciudad Mercantil: siglo XIX. Las murallas se rebasan por la producción industrial, la masificación urbana, y la explotación comercial del territorio. El estado-nación termina de arrebatar la función simbólico-identitaria a las ciudades, y estas devienen meros escenarios comerciales.

Ciudad Thanática: siglo XX y XXI, función residencial, en la que viven los trabajadores en diferentes condiciones. El espacio urbano crece en todo el mundo, creando la idea de la posibilidad de alcanzar la “ciudad única”. En esta ciudad única los habitantes se hallarían completamente individualizados, aislados entre sí.

Ciudad Utópica: Esperanza de una reconducción hacia la recuperación de un orden y una armonía que cohesione el caos actual. Se presentan las nuevas tecnologías como posibilidad esperanzadora.

Diferentes usos de la ciudad:

Uso literario: similar a la semiótica, con sus ventajas e inconvenientes. Se plantea la posibilidad de interpretar en las ciudades los signos de la sociedad. Al mismo tiempo, se corre el riesgo de que el interprete (generalmente un literato) plasme en la ciudad las características de su mirada.

Usos colectivos: relacionados con el concepto de apropiación, de símbolos y de espacios, por un grupo social concreto. En el texto se explican

· El Paseo burgués: Reflejo de la estratificación. Expresión de su triunfo social de la burguesía, auto-contemplación.

· El nomadismo urbano de los jóvenes: Frente a un espacio ya apropiado, reacción negadora, desacralización del topos, ciudad como insignificante telón de fondo, construcción de la identidad en base al grupo.

En texto complementario:

Recapitulación a modo de síntesis,

Denuncia desajustes entre organización humana –organización urbana,

Apropiación (y nomadismo) como reacciones negativas a estos desajustes.

Esperanza en una revolución urbana, que cambie las ciudades para que puedan cambiar las estructuras humanas.

III PREGUNTAS sobre el texto de CHUECA:

1. ¿En que medida el desarrollo de la organización humana está relacionado con el origen de las ciudades?

Establecer una relación de causalidad simple, perfecta y redonda sería en este caso muy difícil. No podemos decir que una determinada organización social sea la causa unívoca y necesaria de un modelo de ciudad concreto; o viceversa, la creación de una determinada ciudad no garantiza que la sociedad fundadora vaya a persistir en una organización social correspondiente. El flujo, podría decirse, es en este caso doble y complejo, en el que ciudad y organización social se influyen y modifican mutuamente.

Esto no quiere decir que encontremos correlaciones evidentes entre unas sociedades y un modelo urbano concreto. Es evidente que la ciudad-estado griega, con su forma abierta y el ágora como espacio de diálogo, política y relaciones directas, estuvo ligado muy estrechamente a el desarrollo de un pensamiento concreto, una forma de organización política paleo-democrática, una estructura social muy concreta… Pero tal vez la relación fue inversa, y si esta civilización hubiese sido sometida a algún hecho singular que cambiase inevitablemente su organización humana, sin duda habrían modificado sus ciudades a tal efecto.

Muestra de esto, es el surgimiento del modelo híbrido de ciudad barroca española, en la que rasgos públicos, herencia de civilizaciones clásicas, y rasgos privados, fruto de la civilización islámica, condicionó un modelo de ciudad determinada. Al mismo tiempo la disposición urbana previa a la reconquista influyó en los nuevos habitantes de las ciudades, siendo causa paralela de una determinada sociedad.

Respecto al momento exacto del origen de las ciudades, mencionado en la pregunta, apenas aparecen referencias a las fundaciones de las ciudades en el texto de Chueca. De cualquier modo, podemos suponer que, teniendo en cuenta el modelo clasificador propuesto, las primeras ciudades fueron las ciudades-estado helenas. Si tenemos esto en cuenta, las referencias que se hacen en el texto de Martín Santos sobre los ritos fundacionales de las ciudades clásicas, nos pueden ser de utilidad. Se habla en ellos de un salto cualitativo definitivo que acompaña a las ciudades, mucho más allá de un simple avance en la escala evolutiva. Este salto se relaciona con el hecho de cerrar un espacio natural, que hasta ese momento había sido el habitat del hombre (puesto que no existía ningún otro habitat posible, fuera de la naturaleza) para dar lugar a algo totalmente nuevo, un espacio arrebatado a la naturaleza donde regían las leyes del hombre. Es por esto que Luís Martín Santos habla de la ciudad como un espacio mágico, de una reconciliación con los dioses.

Para lograr crear este espacio fueron necesarios milenios de evolución de las organizaciones humanas que les permitieran sobrevivir exclusivamente a partir de los intercambios mutuos, sin necesidad de subsistir a base de productos rurales. Para esto, evidentemente, fue necesario un sistema social estratificado (esclavista) que permitiera a unos, vivir del trabajo de otros, de sus relaciones con la naturaleza.

2. Señalar de forma muy esquemática, las características básicas de las distintas ciudades analizadas por Chueca:

Ciudad Pública:

Característica de las civilizaciones mediterráneas. Surgen como respuesta a la necesidad humana de la colaboración para subsistir, por medio del intercambio o la cooperación. Su finalidad fundamental es establecer un espacio separado de la naturaleza donde los hombres interactúan. Es por esto que el elemento más importante es el foro o ágora, plaza cerrada delimitada por fachadas y calles ordenadas.

Ciudad Doméstica:

Característica de las civilizaciones nórdicas, inicialmente basadas en la agricultura. Suponen una continuidad natural mayor que las ciudades públicas. Su elemento más importante es la casa, espacio donde se ubica la unidad básica de estas sociedades, la familia. La vida es mucho más interiorizada y se encuentran menos interacciones cívicas fuera del espacio del hogar.

Ciudad Islámica:

Propia de las civilizaciones islámicas basadas en un fuerte sentimiento religioso que aglutina la sociedad. La vida, de acuerdo a estas premisas de intimidad y recogimiento, se organiza en torno a la casa, con un hermetismo mayor que en la ciudad doméstica. Cobra importancia el patio, elemento de vida pública y/o naturaleza, ganado al espacio urbano y ubicado dentro de la privacidad de la casa.

Ciudad Sin Alma:

Contrapunto de la ciudad occidental, definida por el alma de los ciudadanos que crea un vínculo simbólico unitario. Frente a esta concepción de la ciudad, la ciudad sin alma aparece como un elemento más de la cadena productiva, ubicando en su seno la Factoría y el Slum.

Ciudad Occidental Contemporánea:

Es un conglomerado de todo lo anterior, desreglado y segmentado. En este caso la organización social está muy vinculada a la estructuración de la ciudad, ya que la imagen urbana se relaciona con el estado de ánimo de los individuos sociales actuales, desorientados, dispersos, individualizados.

3 ¿Existe algún paralelismo entre alguna de dichas ciudades y sus espacios con la ciudad de Valencia?

El esquema explicativo más similar a la ciudad de Valencia, tal y como la conocemos hoy en día, sería el modelo de la ciudad occidental contemporánea (lógico).

Pero esto de por sí no quiere decir nada, ya que supone decir que la ciudad de Valencia está integrada por diferentes núcleos segregados que corresponden cada uno de ellos a alguno de los otros modelos explicativos. Así pues, el núcleo de la respuesta se centra en ubicar cada uno de los espacios urbanos en los diferentes modelos explicativos. Y no tanto una simple división territorial, sino también la determinación del grado de influencia de cada modelo en la ciudad en su conjunto.

Sobre la ciudad pública, o ciudad clásica, en apariencia resulta evidente donde se ubicaría el foro, núcleo de este modelo urbano. Respondiendo a datos históricos, situaríamos el foro en la actual Pza. Virgen, entre la basílica y la catedral. Amurallada, y con su reducido tamaño, la ciudad únicamente necesitaba un foro popular donde se reuniesen prácticamente todos los ciudadanos. Actualmente, podríamos decir que ese centro de la vida pública sigue la dinámica contemporánea, y se desplaza y se disgrega.

Así, hoy podríamos señalar como centro de vida pública todo el centro de Valencia, calle Colón (económico), Pza. Ayuntamiento y Corts (político y festivo), Estacio Nord y aeropuerto,… aunque realmente, cada pequeño núcleo urbano es portador de la herencia cívica clásica, y todos los barrios o pedanías cuentan (o deberían contar) con parques o zonas verdes, que hacen las veces de foro de debate, además de los tradicionales bares y cafés. Estos y muchos otros centros cívicos son de especial importancia, ya que son designados en el texto de Chueca como la esperanza para recuperar el “alma de la ciudad” que se perdió en la expansión industrial de las ciudades.

La ciudad doméstica podría ser ubicada en pedanías de Valencia, ocupadas en su mayoría por la clase alta. Distritos como L’Eliana, o todo el conjunto de chalets adosados en la periferia, está habitado en su mayoría por la clase adinerada, propietaria del poder burocrático y financiero. En estas zonas, las clases elevadas deciden reencontrarse con la naturaleza mediante un jardín y un perro, rechazando la vida urbana propia de la ciudad por ser características de las clases medias. Se podría hacer una interpretación simbólica de este reencuentro con la naturaleza, donde “la distinción” de la que hablaba Bourdieu es evidente.

De la ciudad islámica apenas quedarían vestigios representativos, más allá de determinados edificios y estructuras urbanas en barrios como Ruzafa o parte del Carmen. Pero en estos casos estaríamos hablando más de restos arqueológicos que verdaderas zonas urbanas que condicionen la vida de los ciudadanos, puesto que la secularización de nuestros días hace que el estilo de vida que se relaciona con la ciudad islámica pierda practicidad.

Más patente es la herencia de la ciudad paleotécnica. Prácticamente todo el tejido urbano podría relacionarse con la idea de comercialización del territorio y masificación, en el que los grandes edificios y bloques de pisos se podrían considerar una variante de el mentado Slum. Como Slum puro, más ligado a la población obrera industrial, encontraríamos barrios periféricos (Sant Marcel·li, la Coma, La Luz, Barrio del Cristo…) fundados alrededor de los años 60-70, con el objetivo de albergar a la población inmigrada de regiones castellanas, dedicada principalmente a la actividad industrial. Actualmente, las nuevas poblaciones inmigradas procedentes de Asia, África, Sudamérica o Europa del Este, también encuentran cabida en estos barrios, con una preocupante tendencia a concentrarse en algunos en concreto. La presencia de Factorías en el interior de la ciudad también ha adquirido un cariz testimonial, pues la actividad industrial pierde viablidad en la densidad del tejido urbano, y se desplaza a polígonos industriales en las afueras o en poblaciones menores (la factoría Ford en Almussafes, polígonos en Vara de Quart, Aldaia…).

Como vemos, la ciudad presenta múltiples facetas inconexas entre sí, lo que lleva a una sociedad fragmentada y segregada, donde la identidad ligada a la ciudad se diluye en muchas otras, ligadas a otros factores socioeconómicos. Así, el individuo ya no se mueve en la ciudad, sino en su ciudad, la que cada uno configura a base de retales y hace que sea tan difusa la noción colectiva de ciudad. De esto hablaba Chueca al referirse a la ciudad sin alma.

III PREGUNTAS a desarrollar sobre los DOS textos

  1. El artículo de Francisco Jarauta trata de definir la “ciudad genérica”. ¿Dónde podríamos situar dicho modelo en los textos de Chueca y Martín Santos? ¿Existe realmente o es una utopía?

Cuando habla de la ciudad genérica, F. Jarauta está refiriéndose a la función representativa de la ciudad.

Según esto, se supone que la ciudad es el reflejo de las tensiones y desigualdades sociales en forma de estructuras urbanas. En una sociedad compleja contemporánea, la ciudad se disgrega y por tanto se diluye el efecto identitario (tal y como comentaban tanto Chueca como Martín Santos). En este aspecto, se podría decir que Jarauta comparte la visión de Chueca y M. Santos sobre las ciudades occidentales contemporáneas, que son calificadas de Ciudad “sin alma” o Ciudad “thanática”, respectivamente.

Dicho esto, Jarauta plantea el surgimiento de una ciudad nueva, que transforma los escenarios históricos que representaban una sociedad desigual, hasta lograr un escenario neutro en el que la coexistencia de los grupos se desarrolla en un equilibrio complejo. En esta ciudad genérica tienen lugar unas nuevas y complejas relaciones sociales, donde los seres sociales reciben influencias múltiples de los diversos grupos que tienen cabida en esta ciudad polifacética, de modo que la tradicional identidad asociada a las ciudades se transforma abriéndose y multiplicándose, perdiendo las referencias a las tradicionales estructuras simbólicas del poder representadas en la ciudad. Esta ciudad presentaría una estructura más abierta, para una población en continuo cambio y renovación, presentando una dura crítica a los cánones establecidos de legitimación del poder. En este sentido, la responsabilidad es asignada por el autor a la arquitectura, y se menciona el ejemplo de la corriente de la “arquitectura radical” que plantea la creación de un espacio cultural, asociado a una ideología humanista defensora de la emancipación del individuo frente a la rigidez de las estructuras sociales, representadas por las ciudades industriales.

En este sentido, la “ciudad genérica” encajaría con el modelo de la ciudad utópica dibujado vagamente por Martín Santos, mencionada también por Chueca como la posibilidad de solución a las ciudades occidentales contemporáneas, basada en la recuperación de espacios de encuentro (foro) en las ciudades, que permitan la emancipación del hombre frente a una concepción excesivamente utilitaria del espacio urbano.

Dicho esto, cabría plantearse en que medida la ciudad genérica no pasa de ser un proyecto utópico hoy en día. Tras analizar muy superficialmente la ciudad de Valencia en la pregunta 3 del apartado anterior, quedaría claro que ésta, y las demás ciudades españolas de las que tenemos constancia no encajarían en este modelo, sobre todo teniendo en cuenta los desajustes entre modos de vida ideales y espacios urbanos, denunciados por Martín Santos en su texto complementario. No sabemos hasta que punto este proyecto ha sido desarrollado en otras ciudades europeas o en cualquier otro punto del mundo. Lo único que podemos decir acerca del utopismo de la “ciudad genérica”, es que si existe, yo no la conozco.

  1. ¿En qué modelo planteado por Martín Santos podría situarse el texto de Chueca?

Si entendemos que el texto de Chueca trata de describir las ciudades en su aspecto abstracto, encontramos que la referencia a Spengler (el geist de las ciudades), es el único elemento que aparece como fundamental en las ciudades. Un “alma” de la ciudad que queda definida como el elemento constituyente de la ciudad, lo que diferencia a las ciudades de todas las demás poblaciones humanas, ya que supone un símbolo identitario que se impone sobre todos los demás.

Entendido así, la “ciudad templo”, que fomenta los vínculos entre los ciudadanos haciendo que la mentalidad ciudadana se imponga a las demás identidades encajaría mejor que ninguna en este modelo de ciudad. Pero como vemos, este modelo teórico sólo se puede encontrar en la práctica en las ciudades cerradas y amuralladas de la baja edad media europea, y si cabe algún escaso ejemplo más.

Así pues, interpretamos que en el texto de Chueca se pretendía llegar a la definición y caracterización de las ciudades que nos son más próximas en términos espacio-temporales. Las ciudades occidentales contemporáneas, aparecen presentadas como ciudades “anómicas” respecto a este modelo de ciudad, ya que su “espíritu” se ve diluido en una marea de influencias y estructuras contrapuestas e inconexas, que hacen que la sociedad que la habita se encuentre igualmente disgregada y desintegrada.

Respecto a este modelo, la ciudad “thanática” de Martín Santos parece encajar mejor en este modelo. La homogeneidad de las ciudades y el crecimiento urbano que parece tender a la formación de una “ciudad única”, hacen que esa identidad propia asociada a las ciudades, que creaba y mantenía vínculos entre los ciudadanos, se pierda.

Así, aunque la terminología difiera, ambos autores estarían de acuerdo al calificar las ciudades occidentales contemporáneas como Ciudades Thanáticas, ya que las características descritas en ambos textos coinciden.

Y coincide también la valoración crítica que se hace de este modelo de ciudades, que no ayudan a la emancipación humanista de los ciudadanos, víctimas de unas estructuras de poder simbólico arcaicas, y una conciencia utilitarista que fomenta y reproduce las desigualdades sociales. Al mismo tiempo los desajustes entre las demandas del nuevo estilo de vida y las formas urbanas clásicas provocan malestar en la población, principalmente en los menos favorecidos en los sistemas de estratificación social, que suelen ser los recién llegados.

La esperanza en el surgimiento de una nueva ciudad “utópica” (“genérica” en términos de Jarauta) también es coincidente en ambos textos. Las nuevas tecnologías y una nueva conciencia en la planificación urbanística y en la arquitectura serían necesarias para la construcción de esta “revolución urbana”, de la que hablaba Martín Santos.

  1. ¿Existe algún paralelismo entre las ciudades planteadas por Martín Santos con la ciudad de Valencia?

La tipología de ciudades presentada por Martín Santos sugiere más una sucesión cronológica en la evolución de las ciudades que una diversidad de modelos presentes en la actualidad. Como ciudad occidental, heredera de rasgos de las civilizaciones clásicas, la ciudad de Valencia podría presentarse como ejemplo de ciudad que ha seguido este desarrollo evolutivo, siempre teniendo en cuenta que se trata de un esquema explicativo y por tanto es imposible que encaje a la perfección, ya que el mismo modelo tampoco lo pretende. El desarrollo histórico de la ciudad de Valencia fue estudiado y analizado en la pasada visita al museo de la ciudad, y con esta información nos será fácil ir comparando el modelo con las diferentes etapas de la ciudad.

Así pues, nos remontamos al auge del imperio romano para encontrar la fundación de la ciudad de Valencia como un campamento de ex legionarios. Tal como observamos en el museo, los ritos fundacionales seguidos por los romanos se semejan bastante a los descritos por Martín Santos en su texto. La reconciliación con los dioses ancestrales romanos al fundar una ciudad amurallada, cierra un espacio “mágico” de cosmos frente al caos de la naturaleza. Encontraríamos aquí el modelo de “ciudad Mágica” descrita por Martín Santos.

La “ciudad espacio jurídico” aparece a continuación, cuando la ciudad se convierte una jurisdicción única, una especie de ciudad estado que depende exclusivamente ella misma. La legalidad mana de la ciudad. Este estado de autonomía se pierde cuando la ciudad se ve inmersa en los grandes imperios que rigen en su territorio. Bajo el Imperio romano, o el califato islámico, la ciudad dependía de un poder superior. La etapa posterior, cuando era un “Regne” independiente de todo poder exterior, es cuando podríamos situar la ciudad en este modelo. Coincide con la época del Segle d’Or, etapa de máximo esplendor de la ciudad. Este estamento se pierde al ser incluida en la corona de Aragón, y posteriormente al pasar a formar parte de la corona borbónica al principio del s. XVIII.

Durante estos momentos también podríamos ubicar el modelo de la “ciudad templo”, en la que la identidad urbana se sobrepone a las demás, y permite vivir en la misma ciudad a judíos, musulmanes y cristianos. De todos modos, habría que matizar este mito de la convivencia idílica, ya que no está tan claro que la convivencia fuera tan tolerante. Prueba de ello fue el exilio de uno de nuestros mayores intelectuales, Lluis Vives, de orígenes judíos, cuyos padres perecieron en las llamas de la inquisición.

Tras esta época de esplendor simbólico de la ciudad empieza un auge industrial relacionado con la burguesía manufacturera, que en Valencia se especializó en industrias tales como la seda, la cerámica o el tratado del cuero. El progreso de esta industria, aunque no fue comparable al de otras ciudades europeas y españolas, hizo que la ciudad rebasase sus límites y acabase por derruir sus murallas para crecer hacia el exterior, construyendo nuevas viviendas para acoger trabajadores industriales. Es aquí cuando según Martín Santos se rompe el poder simbólico de la ciudad. El progreso de la urbanización hace que Valencia absorba pedanías que anteriormente eran pueblos autónomos, tales como Benimaclet, Burjassot, Moncada, etc. y se extienden las vías de comunicación entre territorios más alejados, llegando las vías de metro desde Lliria hasta Bétera. Las urbanizaciones, las calles y los edificios conquistan tanto las zonas de huerta como el espacio “vacío” interurbano, es decir, superficies anteriormente no explotadas comercialmente por el ser humano. Esto hace que la idea de una futura “ciudad única” no parezca tan descabellada.

Por último, no existe ninguna relación entre la “ciudad utópica” y Valencia. Es decir, no es que no se aproxime en el presente, es que nada hace pensar que en un futuro próximo esta ciudad vaya a aproximarse a la idea de la ciudad utópica. La esperanza de una reconducción de la ciudad, con una planificación mínima y la recuperación de centros cívicos en el “corazón” de la ciudad, es, cuanto menos, improbable. Y respecto a las nuevas tecnologías, si miramos a zonas cercanas a la línea de costa (Cabanyal, Malvarrosa, Patacona, La Punta…) me temo que aquí estas tecnologías de la construcción y la arquitectura dan más miedo que esperanzas.

IV. OPINIÓN PERSONAL

Me han parecido tres buenos textos, sobre todo teniendo en cuenta que es el primer dossier de la asignatura, a modo de introducción “ligera”. Me refiero a que se percibe el carácter casi literario de los artículos, especialmente el de Martín Santos, con citas de Walter Benjamín, Italo Calvino o Franz Kafka.

Esto no es en absoluto una crítica negativa, de hecho, se agradece de vez en cuando un texto de este tipo, que se aparte de los perpetuos indicadores numéricos y estadísticos demasiado fríos. Pienso que una buena comprensión de la realidad social requiere de este tipo de estudios, más imaginativos y abiertos a hipótesis difícilmente cuantificables (¿Cómo medimos el “alma de la ciudad” de la que hablaba Spengler?). Me ha gustado especialmente el hecho de utilizar a los escritores, desde Miguel de Unamuno a Pérez Galdós. Había leído algunos trabajos de Bourdieu leyendo a Flaubert, y de Benjamin a Kafka y otros, pero hasta hace poco no conocía análisis sociológicos de la literatura en un ámbito valenciano. Hace poco pude ver como otro profesor de la Universidad de Valencia interpretaba “La Brama dels llauradors”, un poema valenciano del s.XV, desde una óptica de la sociolingüística. Estudios como estos ayudan a comprender ideas que configuran la realidad. Además gustan bastante a los estudiantes, sobre todo cuando somos jóvenes y nos dan miedo las estadísticas.

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